Santos y la Ética del Político Colombiano


Angel Eduardo Marin

Ningún colombiano puede negar el profundo sentimiento de cambio que experimenta nuestro país desde la posesión de nuestro actual presidente Juan Manuel Santos, la calma en las relaciones con los vecinos, la terminación de las luchas entre los altos poderes del estado y en general un ambiente de tranquilidad administrativa que no disfrutábamos hacia 8 años.

 Somos muchos, si no todos, los sorprendidos por la gestión del presidente de la república, de quién se esperaba fuera la continuación metodológica del estilo de gobierno de los dos periodos anteriores, en los cuales fuimos sumergidos en una atmósfera de constante miedo, de terrorismo de estado, con el cual nos mantuvieron ciegamente gobernados.

En conclusión es difícil encontrar quién tenga algo negativo que decir de el actual gobierno, el cual ha demostrado tener las respuestas a los principales retos de nuestro país, sin abandonar la lucha eficaz contra el terrorismo y la delincuencia y siempre en un ambiente de diplomacia, respeto, dialogo y buena comunicación.

Pero surge inevitablemente una pregunta sobre el comportamiento de nuestro admirado presidente, partiendo del temor bien fundado de millones de colombianos que éramos racionalmente conscientes de las probabilidades de que el gobierno Santos continuara las acciones discutibles, y las maneras generalmente reprochables de gobernar de quien promovió su exitosa elección como gobernante de los colombianos, el expresidente Alvaro Uribe.

Si Juan Manuel Santos, como muchos ahora concluimos, se preparó para ser un buen presidente, para responder a las necesidades de un país tan golpeado y necesitado de gerencia y liderazgo positivo, si contaba con las habilidades para manejar las funciones presidenciales con tacto, respeto, asertividad, entonces por qué durante tanto tiempo lo identificamos como un simple alumno de la escuela uribista de gobierno?

Cómo se mantuvo exitosamente en la más alta línea de gobierno durante la época de los falsos positivos, las interceptaciones telefónicas ilegales, las provocaciones permanentes a los gobiernos vecinos y las luchas interminables de poder con las altas cortes de justicia?

Creo que es necesario que seamos conscientes de que nuestro actual presidente, al cual le estamos agradeciendo y admirando casi todas las facetas de su gestión, nos mostró una cara muy diferente durante muchos años y realmente logró convencernos de que era una persona muy diferente a la que actualmente estamos celebrando.

Es este un ejemplo de esos casos en los que el fin justifica los medios?, si de algo hemos acusado a Juan Manuel Santos es de ser partidario de esa filosofía, en la que cualquier comportamiento es válido para lograr objetivos considerados benéficos para las mayorías. Pero terminaría esto por demostrar que este principio es parte común del comportamiento del político colombiano?.

Será que es inevitable relacionar al político en Colombia, con una ética particular desarrollada durante generaciones y orientada al logro de objetivos meramente proselitistas, o a alcanzar instancias de poder que satisfagan ambiciones personales? Y que desafortunadamente el presidente Santos es fácilmente identificable con esta línea de pensamiento político?

La pregunta final sería si las muchas acciones verdaderamente loables que está emprendiendo el actual gobierno colombiano, son suficientes para que nos olvidemos de cuestionarnos sobre la necesidad de enseñar a las niñas y niños, a los jóvenes y al pueblo en general en Colombia la importancia de la trasparencia y la coherencia en la política y la vida pública.

Seguiremos dejando como legado para las generaciones futuras, el ejemplo reprochable de líderes que tienen la capacidad de ser una persona durante años, identificándose y actuando en respuesta a unas banderas de gobierno especificas, para de un día para otro convertirse en una persona totalmente diferente, hasta el punto de sorprender a todo un continente?


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1 Response to "Santos y la Ética del Político Colombiano"

  1. Anónimo says:

    Esta excelente el análisis, abajo las mascaras.